Si nos metemos literalmente en el sentido de la palabra, los lunes sólo son un día más del mes, del año; forman parte de nuestro calendario y están ahí quizás para indicar un comienzo.
Ahora, bajo mi estricta visión, puedo daros una opinión de lunes que quizás compartáis, ¿quién sabe?
Lunes es para mí ruptura, lunes es agobio, algo de desasosiego; lunes es un muro de piedra que se levanta a tus espaldas para impedir que vuelvas atrás, algo que te recuerda constantemente que ya no puedes quedarte allí donde quieres.
Suelo pensar en ello durante los domingos, que dan paso a una cuenta atrás desde que me levanto hasta que me acuesto, a veces más si consigo aguantar durante la noche. 24 horas separan dos mundos completamente diferentes, y en ocasiones esas mismas horas me obligan a sacarme del lugar que adoro para centrarme en mis alienantes estudios; preparando siempre la futura batalla contra la semana que se avecina.
No quiero días como los lunes, aunque a veces es más el sentido que les damos; como los domingos, que representan el ocaso, la muerte, el fin de algo que ha durado 7 días.
Incluso levantarme temprano me molesta menos que levantarme en un lunes, a veces ni duermo o sueño menos los domingos para tratar de prolongar algo más mi libertad antes de encerrarme en una clase bajo la mirada del que se hace llamar a sí mismo instructor; y no por el hecho de que enseñe, si a eso se le puede llamar enseñar, sino porque encima cobra x dinero sólo por estar ahí creyéndose el dueño y señor de ese ridículo recinto mientras se pasea con aires de superioridad y claro aburrimiento ante unos estudiantes que apenas sí pueden contener los bostezos al divagar si merece la pena responder a sus preguntas.
En fin, simplemente odio los lunes por apartarme del lugar en el que quiero estar.
Elyan Ibáñez
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