-
¿Alguna idea Jak? - Elyze estaba algo asustada y no podía apartar
la vista de quienes se acercaban.
-
Alguna.....dame tiempo...... - fue lo único que pudo decir, no sin
nervios, antes de tener encima a los soldados.
El
más adelantado se acercó a ellos con aire cansado.
-
Vosotros debéis ser
nuevos por aquí, ¿no? No me suenan vuestras
caras. ¿Podríais acompañarnos por favor?
Jak
y Elyze se miraron a la par que ella se retiraba la capucha; la
preocupación se reflejaba en los ojos del otro y sus mentes
trabajaban a velocidad de vértigo para idear alguna excusa creíble.
-
Eh...¿para qué exactamente? - se atrevió a decir Jak.
-
Un simple formalismo, desde la explosión está apareciendo gente
nueva y nos han ordenado realizar una ruta de reconocimiento para ir
añadiendo a la ciudadanía los que aparezcan en el lugar.
-
Nosotros ya estamos registrados en su lista, ¿se te ha olvidado? -
intentaba ocultar los nervios y parece que lo conseguía, si podía
convencer al soldado se habría librado de una buena.
-
¿Ya están en el registro? - dijo el que parecía el jefe; luego se
volvió hacia sus compañeros y comenzaron a murmurar. Después
volvió a dirigirse a Jak - ¿De verdad que ya están registrados? No
encuentro nada sobre vosotros.
-
Déjame ver eso - exigió Elyze para sorpresa de todos; ¿podría ser
que su amiga a la que tanto echaba de menos estuviera en esos
registros?
Aún
más sorprendente para ella y Jak fue la actuación del soldado que
llevaba la tableta digital en la que figuraban los datos; éste se la
tendió sin ningún tipo de reparo para que comprobara que realmente
no estaban fichados. Elyze observaba con ojo avizor cada nombre, cada
apellido, con la esperanza de encontrar algo que le hiciera recordar
cómo era su amiga, pero no descubrió nada relevante, por lo que le
devolvió la tableta digital algo desilusionada.
-
Tú misma lo has comprobado, ¿vendréis con nosotros? – insistió
de nuevo.
-
A ver, soldadito. No sé si te has dado cuenta de lo que estás
interrumpiendo – dijo Jak dirigiendo a Elyze una fugaz mirada
cómplice a la par que le pasaba el brazo por encima del hombro –
Mi novia y yo queremos estar solos, y por “solos” digo sin nadie
fastidiando; ¿os importaría volver más tarde?
Terminó
la frase sonriendo, pero más para enseñar los colmillos que para
fingir cordialidad. Su gesto pareció no dar resultado ya que el
líder del pequeño grupo resopló con cansancio ante su respuesta y
volvió a insistir, aunque su tono no fue de reproche; más bien
sonaba exhausto.
-
Mira, tengo tan poca gana
como vosotros de ir molestando a la gente de esta manera; sólo soy
un mandado y llevamos trabajando toda la mañana para tratar de poner
algo de orden. Tras la explosión ha habido muchas personas que ni
siquiera sabían dónde estaban y hemos tenido que ir a echarles una
mano, así que, por favor, sólo os pido unos minutos; luego prometo
que no os interrumpiremos más – sonaba sincero, pero eso no llegó
a convencer a Jak, más bien le alertó ya que parecía que hiciera
lo que hiciese no se lo iban a quitar de encima. De modo que optó
por poner en marcha el plan B.
-
Vale, iremos con vosotros – se acercó a los que estaban detrás
del líder y apoyó los brazos en los hombros de cada uno quedando él
en medio – pero luego tendréis que invitarme a una cerveza, ¿eh?
No seamos ratas.
Una
mirada y un gesto por parte de Elyze bastaron para que Jak juntara
brutalmente las cabezas de ambos soldados, que cayeron al suelo
bastante confusos; los cascos se habían agrietado por culpa del
impacto y a uno de ellos se le había agrietado la visera. Un
hilillo de sangre le resbalaba por la mejilla.
-
¿Pero es que te has vuelto loco? - dijo el líder de la pequeña
escuadra tras ver lo que acababa de pasar - ¿A qué ha venido eso?
Sin
pronunciar palabra, Jak empujó al líder hacia el suelo para que se
golpeara la cabeza, pero no lo hizo con la suficiente fuerza, por lo
que el hombre seguía plenamente consciente; asustado, pero
consciente. En un acto instintivo, levantó las manos poniéndolas
frente a Jak, que lo miraba con intención de golpearle de nuevo, y
trató de tranquilizarle con sus palabras.
-
¡Por favor, para! No queremos haceros nada malo; tan sólo estamos
cumpliendo con nuestra obligación. ¡Cálmate por favor!
Jak
se lo pensó, ¿estaba realmente diciendo la verdad? ¿Se habría
dejado llevar por los nervios y las apariencias?; Pensándolo bien no
tendrían por qué hacerles nada a ellos, al fin y al cabo a quien
buscaban era a Tecno y no a una bestia ni un ánima; por lo que
verdaderamente sí que se podría haber pasado demasiado con ellos.
Jak concluyó que se había equivocado al juzgarles y trató de
echarles una mano.
-
Lo siento tío, supongo que he bebido demasiado; no pretendía ser
tan brusco – el hombre aceptó, tras una breve pausa, la mano que
le ofrecía para ponerse en pie - ¿Estás bien?
-
Uff, sí, no me has hecho mucho daño, pero creo que te has pasado un
poco con mis compañeros – dijo mirándoles; estaban un poco
mareados pero no parecía nada grave.
Elyze
aún estaba algo extrañada por la forma que tuvo el soldado de
tomárselo; ¿sería eso normal en aquél Distrito? Dirigió una
mirada de advertencia a Jak pero él contestó a eso con una sonrisa,
desmintiendo sus temores.
-
Nada que no se pueda quitar con un buen trago, ¿eh, jefe? -
respondió Jak más calmado. Se había comido tanto la cabeza pensando lo
que podrían haberle hecho esos hombres que no se había dado cuenta
de que ellos también son personas y que puede no apetecerles hacer
ese trabajo.
-
Anda vamos, os llevaré a la camioneta de ahí en frente; os tomamos
las huellas y os invitamos a una cerveza – dijo entre risas el
líder mientras acompañaba a Elyze y Jak, que aceptaron ir con
ellos.
Conforme
iban caminando por la calle principal la incansable voz del joven que
estaba pidiendo limosna se fue metiendo más en sus oídos, ya que se
estaban acercando al lugar en donde estaba sentado; varias personas
le rodeaban como sintiendo lástima por él y
se podía ver que alguien le había echado algunas monedas en un
saquito que tenía delante. No tocaba mal, el problema era la voz.
De
repente, 3 guardias salieron a cada lado de la calle, desde detrás
de unos escombros y contenedores gigantes, y apuntaron con sus
pistolas a Jak y Elyze, que se quedaron pasmados ante el inesperado
asalto. Los soldados esposaron a los jóvenes de pies y manos y a Jak
le sujetaron del cuello con una cuerda plateada por parecer el más
inestable; las armas les fueron arrebatadas y por alguna extraña
razón eran incapaces de llamar a su magia para tratar de liberarse.
Para sorpresa de todos, fue el soldado amigo quien habló.
-
¡Pero, ¿qué hacéis?! Este trato no es necesario, estaban viniendo
por voluntad propia y no han hecho nada para que los esposéis.
-
No nos podemos fiar, después de la explosión ha habido muchos
altercados, asesinatos y robos; debemos extremar las precauciones –
respondió el hombre.
-
De acuerdo, de acuerdo – dijo el líder, cediendo – pero por
favor, no les hagáis daño.
Jak
no paraba de gritar improperios mientras que Elyze prefirió guardar
silencio mientras buscaba a su alrededor a alguien que quisiera
ayudarles. Desde una esquina, dos soldados más añadieron al grupo a
otro prisionero, tenía orejas alargadas, ropa de cuero ceñida y
permanecía cabizbajo mientras era arrastrado por los guardias.
Los
tres pasaron junto al muchacho que pedía limosna, la gente que le
rodeaba se había girado para observar a los apresados pero el joven
seguía tocando su sitar, ensimismado con la música; ya no cantaba y
se le notaba algo más serio.
Vestía
una gabardina larga y negra y tenía el rostro encapuchado, pero en
el momento en el que Jak y Elyze posaron sus ojos sobre él, éste
levantó levemente la capucha y les guiñó un ojo acompañado de una
sonrisa.
Segundos
después, en algunas zonas del suelo mal asfaltado empezó a surgir
agua de la nada, la cual tomó la forma de una bailarina. En poco
tiempo había formadas tres bailarinas de agua, que se lanzaron
directamente hacia los soldados sin miramientos; estos empezaron a
disparar hacia ellas, que recibían todos los impactos mientras
trataban de liberar a los que estaban cautivos.
Por
desgracia, Jak se encontraba tan cerca del furgón que ninguna
bailarina pudo acceder a él, una de ellas se quedó para distraer a
los soldados mientras las otras 2 empujaban a Elyze y al elfo
desconocido hacia los restos de Highwind. Lo último que oyeron decir
a Jak antes de entrarlo en el vehículo fue que quería la cerveza
que le prometieron.
Aunque
Elyze intentó resistirse para ir a ayudar a su amigo, las figuras
continuaron empujándola junto con el elfo sin descanso para que no
retrocediera y llamara de nuevo la atención de los soldados.
Cuando
llegaron a la antigua cafetería, las figuras señalaban con
insistencia hacia una pequeña montaña de escombros; Elyze miró sin
comprender, pero el elfo fue más rápido y comenzó a apartarlos
hasta descubrir una abertura cuadrada en el fondo. Ambos se miraron,
pero no tenían elección, pues las figuras casi les estaban
empujando hacia allí, de modo que cerraron los puños y desafiaron a
la suerte.
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