lunes, 19 de mayo de 2014

CAPÍTULO 8: DEMASIADO TIEMPO PARA PENSAR

Las 5 de la mañana.....estaba todo tan tranquilo que nadie diría que en cuanto dieran la señal todos se levantarían. Demyx admiraba la calidad y brillo de lo que ahora consideraba como su corazón, el color celeste de su instrumento tililaba bajo la tenue luz artificial con la que una pequeña bombilla bañaba la estancia.

Su insomnio no le permitía dormir, por lo que siempre intentaba planear algo que hacer durante las largas noches con el fin de no pensar en las malas sensaciones que encerraba en su interior, pero al final esa voz odiosa en su cabeza le hacía desechar la idea cada vez que le preguntaba: “¿Para qué lo vas a hacer? ¿Conseguirás algo bueno con eso?”

De modo que, en lugar de hacer lo que tenía planeado, se entretenía observando a Squall cuando éste, rendido, caía en su mundo onírico arropado por los cálidos brazos del sueño, capaces de llevarle a un lugar maravilloso estuviera donde estuviera. Esta vez tardó menos tiempo en dormirse que las anteriores noches, según tenía apuntado Demyx, pero el resultado siempre era el mismo.

Su respiración sonaba tan tranquila que relajaba a todo aquél que la escuchara, realmente parecía que nada podría traerle a la realidad; el rostro de Squall reflejaba la inocencia en estado puro, nadie podría tacharle de borde o asocial si le estuvieran viendo ahora mismo.

El hecho de observarle causaba una involuntaria envidia por parte de Demyx.....realmente habría dado lo que fuera por ser una “persona” de nuevo. No podía parar de imaginarse lo que podría estar pasando en la mente de Squall; ¿qué sería? ¿Estaría en su mundo real ahora mismo y no lo recordaría cuando despertase? ¿O estaba con alguien especial? El rostro inexpresivo de su compañero no le daba ninguna pista de que así fuera, lo que dificultaba las cosas.

Soltando un suspiro, se dejó caer de nuevo en el sofá al tiempo que hacía desaparecer entre burbujas su querido sitar; una profunda tristeza comenzó a invadir su mente, tal era la fuerza de su oscuridad interior que no pudo contener las silenciosas lágrimas, que ahora corrían libres por sus mejillas......total, ¿qué más daba? No había nadie allí que pudiera verle llorar, y el único que podría hacerlo se encontraba en un lugar inaccesible para él.

¿Por qué le había tocado a él sufrir de esa manera? Desde que puso los pies en el Distrito Tecnológico todo fue de mal en peor; tuvo la mala suerte de aparecer en la sede central de CIPHER, donde el científico del lugar le escogió como el siguiente de sus especímenes para comprobar si podía sacar provecho de él sin siquiera darle una oportunidad para negarse o escapar.

Según le contó aquél hombre, fue sometido a una serie de horribles experimentos y, en uno de ellos, tuvo la desgracia de perder la vida. Aunque no es capaz de recordar nada de lo que pasó durante la experimentación debido a que la muerte se cobra los recuerdos del fallecido en aquél mundo, sí que es capaz de recordar el artilugio que le quitó la vida; el dolor de la muerte cerrando tus ojos era tan fuerte que nadie podía librarse de su recuerdo aún habiendo muerto. Era el único vestigio que quedaba de la vida anterior cuando uno moría.

Minutos después, despertó en aquella mesa de metal, ahora manchada con su sangre, al igual que toda su ropa; podía recordar lo mal que empezó a sentirse en ese momento, no paraba de tocarse el lado izquierdo del torso “Algo falta.....me falla algo aquí......”

Tras unas exhaustivas pruebas, el científico comentó sin ningún interés que Demyx había perdido el corazón; se podría decir que ahora era un muerto en vida. Demyx notaba que no tenía apetito ni le apetecía dormir por las noches, algo oscuro empezaba a apoderarse de su cuerpo...algo a lo que le tenía un gran miedo. ¿Qué pasaría si algún día esa oscuridad salía de su interior? ¿Cuánta gente tendría que sufrir por culpa de su odio?

Debido a que el científico comprobó que Demyx carecía de poderes, decidió desecharlo y lo envió a los barrios bajos de Mute-City como si fuera un simple desperdicio. Recordó entonces la desesperación que le invadía, se sentía tan vacío que ya no sabía qué hacer; de modo que decidió abandonarse sin importarle lo que le pasara.

Entones, una pompa de agua comenzó a formarse delante de sus narices, ésta descendió y se colocó entre sus manos mientras comenzaba a adoptar una forma más alargada. El agua dejó paso a un bello sitar que Demyx cogió lleno de curiosidad, maravillado ante su color y el claro sonido que sus cuerdas emitían al tocarlas. Desde entonces siempre lo ha interpretado como el corazón que le arrebataron.

Demyx cerró los ojos al recordar aquello mientras esbozaba una leve sonrisa, aunque no sintió felicidad, ya que la falta de corazón se lo impedía, sí que se sintió mucho mejor; como si aquél sitar tuviera el poder de aplacar momentáneamente la oscuridad de su interior. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano derecha y la llevó a su pecho como hacía siempre que nadie le veía.

- Algún día te recuperaré.....algún día.....volverás a tu lugar – se dijo susurrando para consolarse.

Poco después de acabar de autoanimarse, el móvil que estaba en la mesa comenzó a vibrar con la intensidad suficiente como para sacar a Squall de sus sueños, que se despertó de un sobresalto mirando algo confuso la estancia.

Demyx contestó rápidamente.


- Hola preciosa, has tardado en llamar. ¿No me echabas de menos? - añadió con una falsa pero creíble sonrisa en sus labios.

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