“Realmente
hoy no es mi
día de suerte”. Jak se encontraba subiendo en lo que parecía un
ascensor mientras 2 soldados le tenían sujeto por ambos brazos. Algo
iba mal, pues sus sentidos no estaban tan afinados como siempre; todo
a su alrededor parecía borroso, pero aún era capaz de hablar y
escuchar con moderada certeza.
-
¿De verdad era necesario que le drogarais?
- la voz del que habló sonaba igual que la del mismo soldado con el
que había hecho tan buenas migas – Esto es inhumano, no ha hecho
nada.
-
¿Ah, no? Y por eso los soldados a tu cargo tenían el casco roto,
¿verdad? - replicó el otro, a quien sí que no conocía.
-
Tú no lo entiendes, el pobre estaba desorientado y seguramente lo
hizo por miedo. Han pasado muchas cosas últimamente en esta cuidad.
-
Eso que lo decida el Lord del Distrito, nosotros sólo somos
mandados.
El
Lord.....¿iban a llevarle a conocer al Lord? Esto se está poniendo
más feo de lo que parecía en un principio. Jak trató de zafarse de
los soldados, pero por culpa de la droga sus fuerzas no venían a él;
tampoco podía usar su magia ya que necesitaba concentrarse para
llamarla, lo que no hacía más que empeorar las cosas.
El
ascensor se paró.......ya no había marcha atrás. Incluso a los
soldados les costó salir de él por el respeto que les inspiraba ir
a ver al Lord; sabían de muchos que fueron a verle y la mayoría
acabaron muertos y sin recuerdos para que nadie recordara nada de
cómo era. Tras reunir un poco de valor, salieron a la habitación,
que estaba completamente a oscuras, y se detuvieron de nuevo tras dar
unos pasos; ambos soldados miraban al suelo prudentemente para
demostrar al Lord que no tenían intención de morir.
De
pronto Jak pudo notar la aplastante gravedad de una presencia delante
suya; era tan asfixiante que el sólo hecho de respirar se había
convertido en todo un reto para él.
-
¿Otra bestia? Ya me estás
diciendo cómo has conseguido
atravesar mi portentosa barrera – fue lo primero que dijo, su voz
era tan neutra que nadie podría adivinar su género - ¿Quién
te ha enviado? ¿Ha sido el
Lord del Distrito de las
Bestias? Si piensas que vas a descubrir mis puntos débiles para los
Juegos de Neudrum estás muy equivocado; ya he apresado a todos los
que se han atrevido a poner un pie
aquí.
-
¿Perdona? - Jak estaba tan confuso que no sabía no cómo explicarle
nada – Yo no he venido a espiar a nadie, tan sólo pasaba por aquí.
¿Y qué es eso de los Juegos de Neudrum? No sé de qué me estás
hablando.
-
¿Crees que soy tan estúpido como para tragarme tu mentira? Todas
las anteriores bestias dijeron lo mismo; ¿qué razón habría para
creerte a ti? - el Lord calló un momento, como si estuviera
examinando a Jak con más atención - Tú....pareces
diferente de las otras bestias..... le ordenaré a nuestro científico
de CIPHER que
te examine cuando acabe con su actual experimento; quizás podamos
sacar provecho de ti después
de todo ya que no quieres hablar.
De momento llevadlo a las
prisiones y aseguraos de que no escapa.
-
Pero, ¿es que estás sordo? - espetó Jak, estaba más asustado de
lo normal – ¡No he hecho nada ni sé de lo que me estás hablando!
¡Te estás equivocando conmigo!
El
soldado conocido le hizo un gesto para que se callara mientras lo
llevaban de nuevo hacia el ascensor, era mejor que no enfadara al
Lord o le haría perder sus recuerdos con
sólo chasquear los dedos.
Siguieron
dirigiendo a Jak hacia las celdas, quien no paraba de pensar en lo
que le venía ahora. ¿Iban a experimentar con él? No, de eso nada,
tenía que salir de allí fuera como fuese. Dijo algo de que había
apresado a otras bestias, ¿no? Quizás podría ayudarlas a escapar a
cambio de que también le ayudaran a él.
Para
causar más molestia, Jak dejó caer todo su peso en los soldados y
no movió las piernas en absoluto; si querían llevarle a las celdas
tendría que ser a rastras.
-
Venga ya tío, ¿no sabes que pesas tela? - dijo el soldado
desconocido con evidente molestia – Esto ya es lo que me faltaba,
¡con lo cansado que estoy!
Pero
no impidió que siguieran avanzando, más bien sólo aumentó el
tiempo que tardarían en llegar. Una vez en la subplanta, bajo
tierra, abrieron la puerta que conducía a las prisiones y se
dispusieron a meterlo en una de ellas cuando, de repente, una voz
femenina habló a sus espaldas.
-
Muchachos, dejad que yo le encierre, vosotros parecéis cansados.
-
Oh vaya, pues nos vienes de perlas – contestó el soldado – ya
estaba harto de cargar con éste por los pasillos.
Jak
no pudo girarse para ver quién les estaba hablando, pero tampoco
sintió mucho alivio. ¿Qué más daba quien le encerrase? El
resultado sería el mismo y a él no se le estaba ocurriendo ninguna
idea para zafarse de los soldados; a pesar de saber que uno de ellos
estaba de su parte la muchacha que tenía detrás no iba a permitir
que saliera de allí, por lo que no le quedó más remedio que
resignarse y cruzar los dedos.
Antes
de que pudiera decir nada más, un golpe seco en la nuca le dejó
fuera de combate y todo se volvió negro para él....
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