miércoles, 14 de mayo de 2014

CAPÍTULO 5: ATRAPADO

Realmente hoy no es mi día de suerte”. Jak se encontraba subiendo en lo que parecía un ascensor mientras 2 soldados le tenían sujeto por ambos brazos. Algo iba mal, pues sus sentidos no estaban tan afinados como siempre; todo a su alrededor parecía borroso, pero aún era capaz de hablar y escuchar con moderada certeza.

- ¿De verdad era necesario que le drogarais? - la voz del que habló sonaba igual que la del mismo soldado con el que había hecho tan buenas migas – Esto es inhumano, no ha hecho nada.

- ¿Ah, no? Y por eso los soldados a tu cargo tenían el casco roto, ¿verdad? - replicó el otro, a quien sí que no conocía.

- Tú no lo entiendes, el pobre estaba desorientado y seguramente lo hizo por miedo. Han pasado muchas cosas últimamente en esta cuidad.

- Eso que lo decida el Lord del Distrito, nosotros sólo somos mandados.

El Lord.....¿iban a llevarle a conocer al Lord? Esto se está poniendo más feo de lo que parecía en un principio. Jak trató de zafarse de los soldados, pero por culpa de la droga sus fuerzas no venían a él; tampoco podía usar su magia ya que necesitaba concentrarse para llamarla, lo que no hacía más que empeorar las cosas.

El ascensor se paró.......ya no había marcha atrás. Incluso a los soldados les costó salir de él por el respeto que les inspiraba ir a ver al Lord; sabían de muchos que fueron a verle y la mayoría acabaron muertos y sin recuerdos para que nadie recordara nada de cómo era. Tras reunir un poco de valor, salieron a la habitación, que estaba completamente a oscuras, y se detuvieron de nuevo tras dar unos pasos; ambos soldados miraban al suelo prudentemente para demostrar al Lord que no tenían intención de morir.

De pronto Jak pudo notar la aplastante gravedad de una presencia delante suya; era tan asfixiante que el sólo hecho de respirar se había convertido en todo un reto para él.

- ¿Otra bestia? Ya me estás diciendo cómo has conseguido atravesar mi portentosa barrera – fue lo primero que dijo, su voz era tan neutra que nadie podría adivinar su género - ¿Quién te ha enviado? ¿Ha sido el Lord del Distrito de las Bestias? Si piensas que vas a descubrir mis puntos débiles para los Juegos de Neudrum estás muy equivocado; ya he apresado a todos los que se han atrevido a poner un pie aquí.

- ¿Perdona? - Jak estaba tan confuso que no sabía no cómo explicarle nada – Yo no he venido a espiar a nadie, tan sólo pasaba por aquí. ¿Y qué es eso de los Juegos de Neudrum? No sé de qué me estás hablando.

- ¿Crees que soy tan estúpido como para tragarme tu mentira? Todas las anteriores bestias dijeron lo mismo; ¿qué razón habría para creerte a ti? - el Lord calló un momento, como si estuviera examinando a Jak con más atención - Tú....pareces diferente de las otras bestias..... le ordenaré a nuestro científico de CIPHER que te examine cuando acabe con su actual experimento; quizás podamos sacar provecho de ti después de todo ya que no quieres hablar. De momento llevadlo a las prisiones y aseguraos de que no escapa.
- Pero, ¿es que estás sordo? - espetó Jak, estaba más asustado de lo normal – ¡No he hecho nada ni sé de lo que me estás hablando! ¡Te estás equivocando conmigo!

El soldado conocido le hizo un gesto para que se callara mientras lo llevaban de nuevo hacia el ascensor, era mejor que no enfadara al Lord o le haría perder sus recuerdos con sólo chasquear los dedos.

Siguieron dirigiendo a Jak hacia las celdas, quien no paraba de pensar en lo que le venía ahora. ¿Iban a experimentar con él? No, de eso nada, tenía que salir de allí fuera como fuese. Dijo algo de que había apresado a otras bestias, ¿no? Quizás podría ayudarlas a escapar a cambio de que también le ayudaran a él.

Para causar más molestia, Jak dejó caer todo su peso en los soldados y no movió las piernas en absoluto; si querían llevarle a las celdas tendría que ser a rastras.

- Venga ya tío, ¿no sabes que pesas tela? - dijo el soldado desconocido con evidente molestia – Esto ya es lo que me faltaba, ¡con lo cansado que estoy!

Pero no impidió que siguieran avanzando, más bien sólo aumentó el tiempo que tardarían en llegar. Una vez en la subplanta, bajo tierra, abrieron la puerta que conducía a las prisiones y se dispusieron a meterlo en una de ellas cuando, de repente, una voz femenina habló a sus espaldas.

- Muchachos, dejad que yo le encierre, vosotros parecéis cansados.

- Oh vaya, pues nos vienes de perlas – contestó el soldado – ya estaba harto de cargar con éste por los pasillos.

Jak no pudo girarse para ver quién les estaba hablando, pero tampoco sintió mucho alivio. ¿Qué más daba quien le encerrase? El resultado sería el mismo y a él no se le estaba ocurriendo ninguna idea para zafarse de los soldados; a pesar de saber que uno de ellos estaba de su parte la muchacha que tenía detrás no iba a permitir que saliera de allí, por lo que no le quedó más remedio que resignarse y cruzar los dedos.


Antes de que pudiera decir nada más, un golpe seco en la nuca le dejó fuera de combate y todo se volvió negro para él....

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